Después del desayuno y del regalo de las karas, fuimos a hacer seva (servicio desinteresado) al Templo Dorado, fuimos a lavar los platos.
eramos un grupo de 8 personas que estabamos en un gran lavaplatos y con nuestras manos desnudas repasábamos los platos de acero para sacarles principalmente los restos de jaboncillo que habían quedado después de ser enjuagados.
nadie conversaba y para mi y mi compañera de grupo fue una experiencia emocionante hasta las lagrimas.
Se me vinieron muchas imágenes a mi mente, como aquella vez que lavaba los platos en Chiloé mirando el mar y viendo como saltaban las toninas...
también recordé a mi nana que reclama cuando tiene que lavar muchos platos...
Y por supuesto a mi padre, lo prolijo que es para lavar los platos y lo mucho que se demora en hacerlo...
Esta experiencia de lavado en grupo, de lavar las cosas de muchas otras personas, personas que ni siquiera uno ha visto, lavar por entregar, sólo por servir a los otros fue maravillosa.
Fue la entrega por el agradecimiento.
Fue mi muy pequeña manera de DAR las gracias por esta estadía.
Podría haber pasado mucho rato haciendo servicio.
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