domingo, 22 de marzo de 2020

Cascada desde arriba

Luego del disfrute con los carpinteros fuimos otra vez a la cascada, porque me pareció que era un lugar que mi marido debía conocer, es lo que màs me conmovió en estos días, me hubiese gustado que fuera el patio trasero de mi casa, o el delantero, o que al menos estuviera cerca de mi hogar...en fin, era justo y necesario volver a ese majestuoso espacio que la naturaleza nos regalaba.

La caminata comenzò tarde, parando en algunos arboles para honrar su tamaño y belleza, sentir su fuerza y magnitud.
 Llegamos hasta los pies de la cascada, donde uno sentía el agua que mojaba gracias al viento. Hacia frio, pero me acostè lo mas cerca posible para poder contemplarla desde donde se asomaba al abismo para deleitar con su color (el agua se veìa blanca), su fuerza, su humedad...

Dios como me causa placer esta lugar  y no sòlo eso, también recogimiento.

Mi primogénito quería que yo cumpliera la promesa: cuando viniéramos con el papà podríamos llegar hasta arriba, antes de su caìda.
Salimos de la cascada y comenzamos a subir nuevamente, la huella era empinada y en una parte del camino habìa un extraño olor a orina de animal...pero no vì ningún rastro de nada, sòlo pensè en que no fuera hanta..
Llegamos al rìo, la caminata fue larga y decidì sacarme los zapatos y calcetines para meter los pies al agua y que descansaran un poco... PERO el agua era la màs fría en la que me he metido, me dolían las piernas y no podía moverme, con esfuerzo pude salir de ahí, secarme los pies y volver a calzarlos, pero se demoraron bastante en volver a una temperatura adecuado. Mientras los hombres armaban un barco con pedazos de troncos, ramitas, hojas, etc, disfrutando de lo que el lugar entregaba.

Una de las recomendaciones que me habían dado respecto a este lugar  era no llegar arriba y la otra no acercarse a la caída de la cascada, era inevitable, el lugar llamaba a eso. Me aproxime con cuidado, con un poco de vértigo logre mirar hacia abajo, era alto Y no se veìa el salto. Recordé que había una excursión en donde se podía bajar a rapel... era este, con el frio del agua, creo que no habría podido bajar, además me dio susto.

Mis hijos llevaron su barco hasta unos pocos metros antes de que comenzara a caer el agua y lo depositaron para que la corriente hiciera lo suyo,lo disfrutamos.

Agradecidos comenzamos a regresar. Nose si alguna vez vuelva a este hermoso lugar, sòlo GRACIAS por tener la posibilidad, me siento EMOCIONADA y por supuesto AGRADECIDA.

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