jueves, 18 de noviembre de 2021

La cordillera con sus cerros me llama

 Ayer tuvimos una travesía larga, de las mías,  la mas larga de este último tiempo, 6 hrs de caminata, 14 kilómetros recorridos a pleno sol, según el termómetro 29 grados a la sombra, la sensación térmica al caminar a plenos sol era de "tu puedes".

La caminata no fue por la entrada oficial
y eso la hizo mas laaarga, conociendo diferentes miradores, nos cruzamos con bastantes personas unas mas asiduas a saludar que otras y en general unos 20 años mas jóvenes que nosotras.

Ubicamos el camino gracias a la aplicación de senderismos y también con apoyo de las personas, estimando e tiempo y cual era la mejor ruta. Mi compañera de caminata se resintió antes de llegar a la cumbre y eso hizo el camino mas lento, aun que esta vez no me sentía mucho mas libre en mi propio proceso, ya que  mi acompañante anterior me daba el poder de cuidarla y eso también pesa.

Estas largas horas en un rato me hicieron entrar en mi mente y sentir que comenzaba a dudar, no porque mi cuerpo no pudiera, si no porque veía muy larga la vuelta, entonces cuando me hice consciente de la trampa decidí sólo vivir el presente, sólo un paso a la vez, lo cual alivianó la carga y flui.

Disfruté cada foto, cada mirador, cada flor nueva que vi, no logré ver ningún cóndor esta vez y ratos cuando veía otra cima, me preguntaba qué camino me llevaría hasta ella?. 

Sentí el viento a pleno sol que me enfriaba, y también sentí el sol que me hacía traspirar el cuerpo completo, escuché el sonido que provoca el viento al pasar por un gran cactus, escuché a las codornices corriendo entre el pasto seco...

Al llegar a la mitad de la bajada mi amiga comenzó a ir cada vez mas lento, bastante adolorida pero convencida en que llegaría al final de la travesía, le dije que al volver a la ciudad la invitaba a un frapuccino, esa era la meta... porque el premio era haber llegado a la cumbre, o no?

Ya en la ciudad con la cara salada, el pelo tieso, mas morena, fuimos por nuestra fría bebida que nos devolvió el nivel de azúcar en la sangre y las ganas de cantar a todo pulmón en el auto camino a casa.

Nos reímos, nos sentimos una vez mas ganadoras y yo agradecida por completo. 

Ya pensando en siguiente cerro.






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