sábado, 10 de septiembre de 2011

La muerte se hizo presente para que cante la vida (Malucha Pinto)

Muchos chilenos y chilenas hemos seguido las noticias.

Con tristeza infinita veo atónita este accidente, este avión que se estrella al fondo del mar. Miles de cangrejos azules abren sus pequeños ojos de animales marinos para descifrar fuselajes destrozados, sueños postergados, latidos extinguiéndose al contacto con la sal.
Miro el magnolio florecido.
Mañana parecerá muerto.
Después, nuevamente cantará y gozará del sol y de nuevas primaveras.
Vida, muerte, resurrección.
Nadie nos enseña a mirar las estaciones, a conectarnos con los ciclos entonces la muerte no nos es afín, ni amable, ni conocida.
Es ella la que nos cuesta. Más aún cuando la calaca desdentada se lleva a este grupo de chilenos que iba en una misión noble y necesaria. Apasionados cruzaron los cielos de nuestra patria para llegar ahí, a esa isla mítica, a recomponer lo que una ola gigante destrozó. Inaugurarían la vida necesaria convertida en escuelas y oportunidades para otros compatriotas que la necesitaban con urgencia. Por los aires de Chile iban ellos y ellas los que querían servir, hacer de la solidaridad una bandera, desechar la queja, abrazar la alegría de sentirse parte de la tribu humana, de decir a voz en cuello: Me importas y me importas de verdad. Te veo, te siento, tu corazón es el mío y ambos estamos vivos de milagro, doy, recibo, me expando y florezco, mis flores son las tuyas, las tuyas mías.

Y como insisto en creer en la bondad fundamental de todo me pregunto en medio de esta noche helada, ¿para qué toda esta muerte que se ha precipitado? ¿Para qué ellos y ellas? Todos eran parte de comunidades especiales, la televisión, los empresarios, el consejo de la cultura y las artes, las fuerzas armadas. De una u otra manera todos ellos y ellas eran notables, influyentes, lo que los convierte en seres visibles para el resto. Quizás si este fue el gesto más heroico y dulce, el más profundo que tuvieron en su el afán y pasión de hacer de este mundo y de este país un espacio amoroso y humano, solidario. He escuchado bellas y nuevas palabras: Televisión pública, informar desde el respeto, comunidad, servicio, vínculos, redes solidarias, vivir de otra manera.
El país reflexiona, declara buenas intenciones, se cuestiona, abre el corazón. Que prevalezca en el tiempo, que la muerte no sea en vano.
Y así fue como el mar te abrazó y coronó tu cabeza con sus flores marinas
y fueron los mil colores del agua.
Y fueron las fragancias nocturnas las que te llevaron.
Y fue el amor marino con su angelar de peces el que te recorrió el anhelo de seguir aquí, ser terrestre, por última vez.
Te subiste al lomo de un caballo de mar brioso, agitaste el brazo para decir adiós y con esa sonrisa única de la felicidad, partiste a las tierras del cielo.
Gracias por el viento huracanado que sopla desde tu corazón y nos da la oportunidad de transformaciones en el alma nacional.
Para ustedes los mejores, los más dulces abrazos.
Que el espíritu de las aguas, las profundas, los limpien y preparen. Que los ríos canten haciendo alegre el viaje.
Que venga el espíritu sagrado de los vientos, el del fuego y los acompañen en su camino con antorchas que iluminen y ahuyenten los fantasmas. Camino para nosotros, misterioso, abismal, y a ratos desgarrado.
¡Inunden el espacio de fragancias que deleiten su espíritu en todo momento!
Que venga la primavera con sus flores, el águila dorada abriendo sus alas como banderas de oro y los suba al lomo elevándolos alto, alto.
Que ella abra el ojo de estos viajeros a los que tanto amamos.
Que la montaña susurre desde aquí sus mil secretos de caverna.
Que los guíe.
Que suelte, delicada, las raíces que los atan.
Que suene fuerte el tambor ancestral señalando el pulso de la travesía.
Para los que quedan, agüita cristalina, tierna, subterránea, limadora de la piedra.
Rincones habitados por pájaros cariñosos.
Manos que rozan recordando la Vida y su misterio.
Una nave azul que meza en mares tibios la tristeza de esta partida.
Ramos de cedrón y romero, la mirra, el almizcle, el laurel.
Una sandía veraniega y colorada devorada a dentadas en homenaje a los que transitan el territorio invisible.
Brisa amanecida que traiga palabras desde el más allá.
Una tarde con los pies en el barro y todo este amor de los que los amamos, acompañamos y estamos con Uds.
¡Buen viaje a estos 21, torrentes de luz, sinfonías estelares, danza de nubes!
FELIZ VIAJE A TODOS Y TODAS, EL MÁS FELIZ DE LOS VIAJES Y YA NOS VEREMOS.

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