Mi hermano inventó una ida a la nieve, y yo dije que no quería ir.
El sonido del mar me llamaba, me imaginaba contemplando el mar en mi propia intimidad, sin nadie que me interrumpiera y de pronto sale esta idea familiar, no tenía ganas, sin embargo fui, pensando en que reclamaría todo el camino, porque era un lugar lejos de casa, y la verdad es que valió la pena.
La nieve para hacer "deportes blancos" no me llama la atención, y el frío menos. Sinembargo valió la pena, me reí, contemplé, sentí como la nieve volaba a mi rostro, pasé frío, saqué fotos (que me gusta mucho) la contemplación de nuestra tremenda cordillera valió absolutamente la pena.
a todo esto le agregamos que por ir a preguntar algo, salimos del país y tuvimo que hacer ingreso nuevamente, fue muy gracioso.
Agradecida del día, sorprendida gratamente :)
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