viernes, 26 de febrero de 2010

Castigo

El otro día castigué a mi primogénito con algo que le dolió muchísimo (ir a buscar a su prima al colegio). Hubo mucho llanto, rabia, gritos, sollozos, golpes. Finalmente se cansó y pidió dormir…
Yo me fui un rato a meditar el asunto y luego pensé que él lo único que quiere cuando hay personas que no viven en casa, es llamar la atención de ellos, sobretodo cuando ahora nuestro pequeñín hace mas gracias y todos están pendiente de eso.
Entonces fui a hablar con mi hijo, conversamos, le dije cuanto lo quería y cuanto lo querían los demás, sentí la pena que estaba dentro de él y que hoy nuevamente me hace salir lagrima de los ojos…
Fue una tarde muy intensa aquel día, de muchas emociones, tanto para mí como para él.

Cuando llegó mi marido lo conversamos, le dije que yo pensaba que los castigos son algo demasiado doloroso, que me parece no fortalecen conductas positivas, si no mas bien el miedo, y que nuestros hijos finalmente hacen lo que nosotros queremos… que “se porten bien” de alguna forma.

No llegamos a puerto en la conversa, porque seguro que hay que poner límites, pero por ahora tendré que buscar otras formas de educar.
(No recuerdo que a mi mis padres me hayan castigado.)

No hay comentarios: