viernes, 18 de junio de 2010

A comprar pan

Hoy en la tarde, cuando mi marido ya había llegado a casa me di cuenta que nos quedaba poco pan. Había comenzado a llover y era el momento de poder hacer mi primera salida del día fuera de mi hogar, hacía frío.
Llegué a la panadería, el pan estaba calentito, compré marraquetas y salí.
De vuelta el olor de las ricas marraquetas llegaba a mi nariz, despertando aquel instinto más primario y no pude resistir la tentación de comer una crujiente y tibia marraquetita, aquella que se extraña cuando no se está en Chile.
Ahhhhhhh, esto es vida, caminar bajo la lluvia con una marraqueta en la boca, que delicia!!
Gracias.

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