Durante la noche hago varias visitas a las piezas de mis hijos, al mayor lo tapo al menos 4 veces y al menor lo amamanto mas o menos la misma cantidad.
Mis noches se han transformado en paseos nocturnos, en pocas horas de sueño, en contemplar a mis hijos mientras duermen, en respirar su aire, en besuquearlos, en dar las gracias por otro día con ellos y también en hacer cosas que de día no tengo tiempo, como por ejemplo tejer…
De a poco mi cuerpo se ha ido acostumbrando a dormir menos y entrecortado.
Ya volverán mis noches de corrido, por ahora disfruto lo que tengo.
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